La historia del cajón como instrumento musical tiene sus raíces en el siglo XVII, específicamente en Perú, donde los esclavos africanos utilizaban cajas de madera para acompañar sus cánticos y protestas contra la explotación colonial. Estas cajas, inicialmente destinadas al transporte de mercancías, se convirtieron rápidamente en instrumentos musicales, dando lugar al cajón peruano o afroperuano, como se le conoce más precisamente en el contexto latinoamericano.
Aunque el cajón tenía una larga tradición en la música latina, no fue hasta 1977 que hizo su entrada en el mundo del flamenco. Paco de Lucía, durante una gira en Perú, quedó impresionado por el sonido del cajón y vislumbró su potencial para enriquecer la música flamenca. Su inclusión marcó un hito en la historia del flamenco, ofreciendo un nuevo recurso de ritmo y compás para los bailadores y enriqueciendo el estilo musical en general.
Con el tiempo, el cajón se popularizó en grupos flamencos, adoptando el nombre de cajón flamenco o cajón español. A diferencia del cajón peruano original, el cajón flamenco incorpora cuerdas metálicas internas llamadas bordones, que producen un sonido más agudo. Los percusionistas se sientan sobre el cajón y lo golpean con diferentes intensidades para obtener los sonidos deseados, contribuyendo así a la riqueza sonora del flamenco.
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